De un convento a locales comerciales y un hostel

Carolina Ochoa remodeló una propiedad de 700 m2 en Arístides Villanueva, donde funcionó un convento de clausura y hoy hay un hostel y dos locales comerciales.

Por Verónica Gordillo

De convento de clausura y fábrica de hostias a un hostel y dos locales comerciales. Esa fue la transformación que proyectó la arquitecta Carolina Ochoa, quien fue la encarada de remodelar una propiedad de 700 metros cuadrados ubicada en el corazón de la calle Arístides Villanueva.

A simple vista se destaca la fachada de la propiedad, que unifica el frente del bed and breakfast Chill Inn Mendoza y de los locales de Subway y Rex.

Carolina cuenta que en un primer momento el dueño de la histórica propiedad intentó alquilar todo el predio, pero que ese primer objetivo fue imposible debido a las dimensiones del mismo y a los costos. Por eso, pensó en un plan alternativo que fue dividir la propiedad.  

El dueño fue claro en las premisas que le marcó a la arquitecta: realizar una remodelación total de la fachada y la división en tres locales comerciales para poderlos alquilar de forma separada. Con esas dos líneas de acción, Ochoa inició la labor en 2013 y que concluyó en 2014.

¿Cómo nació el proyecto?

El convento primero se intentó alquilar como una sola propiedad, pero por lo metros cuadrados que tenía era muy costoso el alquiler. Por eso surge la idea de la remodelación, donde las dos premisas principales eran: la división de la propiedad en tres locales comerciales para alquilar y el armado de una fachada nueva que tuviera más altura, otra escala y donde se utilizaran materiales que impactaran.

¿Cómo era la fachada?

Era una casa muy de los ’80, con techo de teja y una piedra que estaba construida en bloque.

¿Cuál fue tu idea para lograr el cambio?

Lo primero que les presenté fue la fachada. Armamos el pórtico central de piedra que tiene 7 metros de altura y la viga de remate que atraviesa el pórtico es de acero corte, en chapa oxidada microwave. Armamos las vidrieras que se descuelgan, que tienen esa doble altura, y así generamos esos espacios de ingreso a cada local de doble altura.

¿Cuáles fueron los cambios que proyectaste en el interior?

Adentro no se intervino, sólo se hizo la división de la propiedad y de los servicios para poder independizar cada local, con lo que cada uno quedó provisto de las alimentaciones eléctricas y sanitarias. La fachada sí se hizo a nuevo, fue completamente remodelada. Esta casa tenía un pequeño jardincito delante de  tres metros y medio, eso fue lo que removimos y a partir de ahí se planteó este primer volumen que da ingreso a cada uno de los locales.

¿Las habitaciones del bed and breakfast son las mismas que las del convento?

Exactamente las mismas, porque la construcción estaba muy bien hecha. El ingeniero Reboredo (Agustín) que es un entendido en la materia, hizo la verificación sísmica, analizó la estructura y nos dijo que la construcción estaba en excelente estado. Los chicos del bed and breakfast pudieron utilizar las habitaciones tal cual estaban, sólo las pintaron, las reacondicionaron con el mobiliario. Y luego hicimos el acceso hacia el jardín a través de una pasarela metálica que es parte del corazón de la manzana.

Además, el lugar tenía dos cocina porque las monjas cocinaban hostias, eran proveedoras para todas la provincia, y por eso pudimos dividir fácilmente la propiedad dejando una cocina para cada local.

Arquitectura sustentable

La remodelación del edificio donde funcionó un convento fue uno de los últimos trabajos que realizó Ochoa. Luego de recibirse en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Mendoza se presentó ante las autoridades de la empresa Presidente y les dijo que seguramente la necesitarían. Esa confianza en sí misma, que mamó de su papá, funcionó porque trabajó durante años para la firma en la ampliación de Palmares, tanto en el barrio como en centro comercial.

Carolina comentó que fue en Presidente donde aprendió el lenguaje de la obra, desde el proyecto hasta la importancia de los cimientos y de todas las personas que participan en una construcción.

La arquitecta confiesa que la seguridad en sí misma, era la única arma que tenía, sobre todo porque no es oriunda de Mendoza y porque en su familia abundan los contadores pero no hay ni un solo arquitecto. Cuando dejó Presidente trabajó junto a otra colega en proyectos de iluminación para el estudio Blasco & Oliva Arquitectos y luego inició un camino independiente.

Desde su paso por la facultad, Carolina incorporó la importancia del concepto de la arquitectura sustentable, un tema en el que se mueve con soltura y que le propone a todos sus clientes.

Desde el comienzo de tu carrera te interesaste por la arquitectura sustentable…
-Busco incorporar recursos que ayudan a ir armando esto de la arquitectura sustentable y que beneficia a la obra. A veces se hace con recursos económicos, otras no tanto, porque no necesitás comprarte todos los paneles solares sino cuidar detalles como las tomas de aire desde los jardines, el tamaño de las aislaciones, de los muros, la orientación, los vientos; todo va ayudando a una arquitectura sustentable.

¿Los arquitectos tienen incorporado el concepto?

Sí, el arquitecto lo tiene más incorporado y en la universidad desde que me recibí hay una intención muy fuerte para que podamos volcarnos a una arquitectura más sustentable por el tema de los recursos renovables.

¿Los clientes entienden este cambio, aceptan las sugerencias?

A mí me ha tocado gente que se engancha, los que ya me conocían me pedían que incorpora el concepto dentro de lo económicamente manejable, y los que no, se los planteo, les explico que a lo mejor es un costo extra de un 5%, pero que después se recupera. Les propongo, por ejemplo,  reforzar un muro con aislación, o hacer una toma superior con una ventana que ayude a sacar el aire caliente y a refrigerar; son todos recursos mínimos que te ayudan sin tener que llegar a los paneles solares. Además, hay barrios en los que todavía no te dejan poner paneles solares, los tenés que ocultar. En otros te los permiten, pero tenés que saber disimularlos estéticamente.