En busca de la identidad local

El arquitecto Jorge Amaya ganó dos veces el premio Edificar. Su desafío: descubrir una identidad cuyana.

Por Verónica Gordillo

Desde el día que se recibió de arquitecto, Jorge Amaya, inició la búsqueda de una identidad local, construida sobre las bondades de un suelo seco, donde abundan la tierra y la piedra, donde escasea el agua y donde el sol y la montaña son los protagonistas. En ese camino hacia una estética cuyana se inscriben dos casas que proyectó y por las que fue distinguido con dos premios Edificar, uno en 2012 y otro este año.

Amaya repite que la arquitectura no viene con manual, que no hay una sola forma de hacer bien las cosas, sino muchas, y que para encontrarlas es necesario probar.

El arquitecto que nació en España, vivió en Córdoba y luego se instaló en Mendoza propone a sus clientes acompañarlo en su búsqueda, pensando, aunque sea pensando, en la posibilidad de solucionar una necesidad de una forma distinta, combinándola con las técnicas tradicionales.

Esa idea de estética propia es algo que mamó desde niño en Córdoba, cuando sus tíos y tías arquitectos –José y Nené Herbera y Victoria Soria-, lo recibían en su casa y le permitían disfrutar de un mundo propio creado a la medida de sus vidas, de sus necesidades.

Cuando decidió estudiar arquitectura, entendió que en esa palabra se amalgamaban perfectamente sus intereses: el arte y el cálculo. Ingresó a la Facultad de Arquitectura,  Urbanismo y Diseño, de la Universidad de Mendoza y en tercer año hizo un intercambio en México, una experiencia a la que describe como alucinante, porque en el DF la arquitectura está presente en la vida cotidiana y conviven  perfectamente la cultura pre hispana, la colonial y la moderna.

Ese aprendizaje fue fundamental para crear su mundo, para dar sus primeros pasos profesionales y sobre todo para entender que proyectar una casa es más difícil que hacer un aeropuerto: hay que resolver muchas necesidades con poco espacio, con poco tiempo, con poca plata.
Después de trabajar seis años en el estudio Mallea-Roman, donde participó en proyectos como la Plaza de Chacras, el Parque San Vicente, el hotel Diplomatic, y varias propuestas para Bodega Chandon, inició un camino propio. Restauró un viajo galpón de adobe y ladrillo, en Luján de Cuyo, donde antiguamente los camiones pesaban la fruta y lo convirtió en su espacio de creación.

¿Cuáles son los primeros pasos para iniciar un proyecto?

Es muy simple el proceso, empiezo con entrevistas con los clientes a los que les hago pensar cómo les gustaría vivir, cuáles son sus necesidades. Porque a veces vienen y dicen hacé un techito, cuatro paredes, pero yo les digo que se tomen un tiempo, porque es una oportunidad casi  única en su vida. Les doy algunas pautas, todos venimos con un molde de las casas en que hemos vivido y tendemos a replicarla, y por ahí tiene cosas buenas y otras no tan buenas, sobre todo porque cambiaron mucho los esquemas funcionales, hoy se vive de otra manera, hay muchos ambientes que no se adaptan a la dinámica de la vida de hoy, entonces les cuento experiencias de espacios diferentes, concebidos de otras manera. Por ejemplo, en vez de tener un estar comedor grande y una galería grande, que son muchos metros y mucho costo, a veces el estar comedor es una gran galería que en verano se abre y en invierno se cierra. Empezamos a probar, a investigar esos nuevos espacios, aunque tampoco vamos a inventar de nuevo la casa, porque hay pautas marcadas, si hacemos una casa muy rara después no nos vamos a sentir cómodos. Eso por un lado, por otro y como un plus, hay algo que me interesa mucho que es el tema de una identidad propia, local o regional. Eso es muy importante para mí, porque como somos de todas partes del mundo tenemos una cultura ecléctica y eso es muy rico, pero también me interesa mucho que empecemos a generar una identidad propia, estamos todos acá, empecemos a generar algo propio.

¿Qué debería respetar esa identidad?

Si llegás a esta zona árida de montaña y te querés hacer una casa, hacé el ejercicio mental de pensar qué tengo, tengo la piedra, la tierra, los áridos, entonces es tratar de usar esos elementos propios, que ya de por sí te marca una forma constructiva, una materialidad, porque no es lo mismo hacer una cabaña con palos en el sur que hacer una arquitectura con piedra, con hormigón, los mismos materiales te van dando las pautas de cómo tenés que construir. Y en eso que es un ejercicio mental, hay que hacer una mezcla con las técnicas tradicionales, porque no es fácil y es poco práctico ser tan purista. A los clientes a lo mejor tampoco les interesa, entonces la idea es hacer un mix y ahí está la búsqueda.

¿Esa búsqueda está relacionada con los materiales, con la forma de construcción?

Con todo, con los materiales y también con la parte funcional, de armar una casa que funcione diferente, que es más dinámica, que cambia más fácilmente, porque hoy sos una pareja, pasado sos una pareja con cinco hijos, porque te juntaste con otra persona que tiene hijos, entonces la casa se tiene que adaptar.

¿Cuál es tu estilo dentro de esa búsqueda?

Justamente ese estilo nuevo, voy por el camino de la arquitectura moderna, de post guerra, utilizar la menor cantidad de materiales, optimizarlos, la línea pura, la mínima expresión, es la base que me ayuda a proyectar. Preguntarme cómo hago una arquitectura con los elementos que tengo disponible y eso te va generando una estética propia. ¿Cuál es el estilo que quisiera lograr?: uno propio, de la zona del desierto, va  a tener que ver con la vegetación del lugar, con el sol, que en Mendoza es muy importante y tiene mucho peso; con buenas vistas a las montañas o al cielo, con la transición entre el exterior y el interior. Poder lograr que la casa funcione sola, no estar prendiendo el aire acondicionado o la calefacción, todo eso tiene que ver con la arquitectura sustentable que ahora se usa mucho, pero en definitiva yo trato de ir a la base, no me interesa tanto ese título, sino buscar en lo simple.

Dos proyectos, dos premios

¿Cómo plasmaste esta idea de búsqueda específicamente en la casa con la que ganaste el Edificar en 2012?

La casa M es una vivienda clásica, ubicada en loteo Pueyrredón, Chacras de Coria. Fue la primera que hice, el valor más grande que usamos fue hacer una arquitectura con una estética atemporal, para que no sea una casa que se pase de moda, sino que siempre esté vigente. En todos los proyecto que realizo sigo buscando la atemporalidad, no usar recursos de formas raras que no tienen sentido o que tienen solamente un sentido estético que no me interesa, sino tratar de lograr una estética muy simple, muy pura, que de alguna manera es atemporal. Ves esa casa y decís es moderna, la ves dentro de veinte años y seguís pensando lo mismo.

¿Esa atemporalidad la lograste con las líneas, con los materiales?

Con un conjunto de cosas. En principio, por el lado de las formas que son puras, simples, la línea recta, que no te llama la atención, sino es una cosa que más bien se pierde, se funde, no es algo llamativo, es algo tranquilo y los colores son grisáceos, parecido al del revoque. La casa es como una cáscara neutra, por dentro es toda blanca, entonces la ambientás como querés, cualquier cosa que vos ponés se luce porque es como una cáscara, como un lienzo en blanco, se adapta mejor a un cambio.

¿Qué materiales utilizaste?

Esa casa es muy tradicional, los muros son de ladrillón, los pisos de cemento, por dentro es todo yeso pintado de blanco, las puertas son de placa pintada de blanco, igual que los muebles de cocina, la mesada es granito gris, gris mara, que es el más barato de todos, es todo muy austero, muy simple. Incluso es una casa que no tiene tantos metros (200 m2) y parece grande, entrás y ves el jardín, la casa llega hasta el final del lote, vivís mucho el exterior sin necesidad de salir.

¿Y en cuanto a la distribución?

Es clásica. Hubo un pedido por parte de ellos, querían tener un estar comedor diario relacionado con la cocina y uno principal separados, como se usaba antes. Después arriba, en planta alta, tiene el dormitorio principal en suite y otros dos dormitorios, es un programa más convencional.

¿Cómo fue el proceso del segundo proyecto, la casa con que ganaste el premio Edificar este año?

Es una casa especial, porque está en un terreno con mucha pendiente en Tupungato Winelands, que tiene lotes con viñedos, y con vistas extraordinarias a la montaña. Es algo que no pasa siempre, que te busquen para hacer una casa en un terreno tan lindo, con esa pendiente. Me invitaron a trabajar en el reglamento del loteo, que tiene una base de preservación del lugar. Las casas deben estar semi enterradas para que no sobresalgan, que se adapten al lugar, hay que cuidar la vegetación natural, entonces eso cuadra justo con lo que me gusta, todo eso ayuda a que se genere esa estética particular.

¿Cuáles fueron las necesidades del cliente?

Este cliente vive en Tupungato, en una estancia y antes la casa de la estancia se hacía bien protegida del viendo y el frío, entonces no se ve la montaña aunque está en medio de la montaña. El hombre quería una casa con vista a la montaña, pero la vista a la montaña es hacia el oeste y para quienes hablan de arquitectura sustentable es un pecado mortal abrir un ventanal hacia el oeste que es la peor orientación, pero es una necesidad válida y ese fue uno de los aspectos que marcó el proyecto, además de la pendiente del terreno. La  casa es alargada y va bajando en el terreno, la vista a la montaña es de sur a norte, es completa, los dormitorios están en la parte baja y arriba de esos dormitorios está el principal. Entonces se hace como una especie de puente, una pasada que atraviesa la casa en sentido norte sur, como es muy larga, podés atravesarla y no tenés que rodearla.

¿Y en cuanto al estilo?

Tiene tabiques revestidos en piedra, yo le propuse al cliente hacer tabiques de hormigón con piedra colada adentro, pero él no sabía si le iba a gustar la piedra encofrada, entonces al final hicimos tabiques de hormigón y los revestimos en piedra al estilo tradicional. Las divisiones interiores son livianas, son de construcción en seco, eso te permite sacar un muro, abrir y no tocar la  estructura, es más fácil modificar la casa, son ambientes grandes, unificados, no hay tantas divisiones. Tiene grandes vigas de hormigón, que hacen aleros, es muy vidriada la casa y tiene  protecciones para que el sol no te moleste, no entre tan directo.

¿Qué te aporta ganar premios como el Edificar?

Me parece fantástico que se hagan, que se promocionen, porque hay muy buenos arquitectos en Mendoza, pero tenemos muy poca exposición. Además la actividad está bastante caída a nivel social, hay gente que gasta fortunas en un auto y no tiene la misma necesidad creada de gastar en una casa, entonces estos concursos son buenos para que la gente empiece a tener esa necesidad de buscar un buen arquitecto, hacer una buena casa y verlo como un valor en la vida de uno. Lo peor que nos está pasando es que como está todo muy caro, entonces dicen yo tengo un ingeniero, un maestro mayor de obras que te hace un planito, en vez de llamar a un arquitecto, es una cuestión social.  El concurso también es importante para que los arquitectos tomemos otro vuelo, que nos sirva para exponernos, para hacer esto que estamos haciendo ahora, vos me preguntás y esto me obliga a pensar en lo que hago, a hacerme cargo, no puedo decir una cosa y hacer otra y esta gimnasia es fantástica porque ayuda a que crezca la actividad. El arquitecto, a nivel social, tiene que volver a tener su importancia y su lugar.