El "doble agente" que se consolida
Por Miguel Angel Flores- mfisuani70@gmail.com
La idea empezó tibiamente en 2016. Faltaba un marco regulatorio y Mendoza picó en punta en eso de permitir que los hasta entonces netos consumidores (y hasta derrochadores) de energía se convirtieran en "agentes dobles", para poder autoabastecerse y también "venderle" a la red de distribución. Pocos sospechaban que era el principio de una tendencia creciente a la que, paradójicamente a otros ordenes de la vida, la pandemia del COVID19, aislamiento mediante, le dio mayor impulso.
Generación distribuida es el nombre de un concepto simple, basado en la sostenibilidad a partir del uso de fuentes renovables como el sol, el viento, el agua de cauces de ríos, biomasa (emplea residuos, que en Mendoza van desde restos de hollejos de uva hasta carozos de aceituna), entre otras. Esas alternativas permiten generar energía eléctrica destinada al autoconsumo y, a su vez, inyectar el excedente (resto de lo que se generó y no se consumió y se acumula, habitualmente por la noche) al sistema o red de distribución.
Los equipos de generación distribuida, como paneles solares, pequeños aerogeneradores y otras tecnologías, se conectan a un medidor bidireccional (mide lo generado/consumido, y también el excedente). Y pueden instalarse tanto en industrias, como pymes y hogares, con la doble ventaja de generar un ahorro en la facturación y al mismo tiempo mitigar el cambio climático. Al parecer, suficiente como para sumar adeptos en la provincia.
Sostenido y sustentable
Aunque Mendoza ya había declarado de interés provincial las energías renovables en 2007 (ley 7549) y el régimen como tal apenas cumplió 6 años, los números indican que la pandemia influyó y mucho. Las tímidas 6 primeras conexiones ya en 2019 habían trepado a 86, antes de superar las 120 el año en que el COVID19 nos encerró durante varios meses: a partir de ahí, con un repunte del consumo, la curva siguió en ascenso.
Así es que, pese a la reapertura, al parecer más mendocinos aprendieron sobre la posibilidad de ahorrar a través de una fuente de energía renovable. De hecho, para noviembre del año pasado los usuarios-generadores ya sumaban 389. Y el último registro del EPRE (Ente Provincial Regulador Eléctrico) a febrero señala que hay 413 activos, en su mayoría residenciales.
Hoy, dentro de ese universo 6 de cada 10 son hogares mendocinos que cuentan con paneles solares y están habilitados no sólo para abastecerse con ese tipo de energía sino también volcar el excedente (por lo general en horario nocturno o de "baja") al sistema. Otros 139 están categorizados como clientes generales: bodegas, frigoríficos, hoteles, estaciones de servicio, agroindustrias y comercios, que a su vez son los mayores demandantes de potencia.
Incluso geográficamente se puede notar el crecimiento. A febrero de 2022 los departamentos de Maipú, Lujan de Cuyo, Guaymallén, Mendoza, San Rafael, Tunuyán, San Carlos y Lavalle concentran el 92% de las instalaciones de la provincia.
"En pandemia pensamos que no íbamos a tener un incremento importante luego del aumento del 2018-19. Pero fue al contrario, porque creció la demanda hasta 40%. E incluso se niveló bastante la participación entre usuarios-generadores residenciales y los comerciales", explica Raúl Faura, gerente de Asuntos Regulatorios del EPRE y referente en la materia.
Otra huella de la pandemia. Es que hasta 2019, del total de 413 cuentas entre conectados y en trámite, 90% eran viviendas. Hoy, tal vez por lo que el encierro y el parate de más de un año nos enseñó como consumidores, sobre todo a las pymes obligadas a optimizar costos para que los números cerraran con la reactivación económica, esa proporción cambió a un 60/40.
Más que 2 parques solares
Más allá del ahorro que conlleva un uso racional de una fuente renovable a partir del doble rol de usuarios y generadores, la relación con lo que consume una vivienda con la instalación convencional pone en evidencia sus ventajas.
La comparación es inevitable. Los pedidos acumulan 6,8 megavatios de potencia: un 80% se concentra en los grandes clientes y el resto entre los particulares o viviendas, a razón de 4,5 kw por instalación o 10 veces más si es una empresa. Pero si se compara con el consumo de quienes en Mendoza tienen servicio eléctrico, el aporte trasciende mucho más: teniendo en cuenta que una familia promedia los 500 kilovatios bimestrales, la generación distribuida equivale a la demanda de alrededor de 3.860 hogares.
-¿Hay un cálculo de referencia acerca de cuánto de lo que genera un panel solar consume una familia y, por lo tanto, qué proporción se "vuelca" o se vende como excedente a la red?
Si bien algunas estimaciones hace un tiempo apuntaban que en función del precio por kilovatio con la generación distribuida se podía ahorrar hasta 40%, según Faura es relativo. En particular "porque depende de las características de consumo del usuario, que cuando instala paneles piensa en hacerlo más eficiente, si vuelca más o menos y qué potencia genera. Con el mismo criterio, las industrias reorientan sus líneas de producción a las horas de sol y mayormente consumen todo lo que generan".
Está claro que un factor que inclina la decisión es cuánto se ha encarecido (y seguirá encareciéndose) el costo de la energía entre "tarifazos" y la inminente segmentación de subsidios, que en principio lo incrementará a 1 de cada 10 usuarios de mayor consumo de acuerdo a la Secretaría de Energía.
Una norma básica en la que coinciden los expertos: se ahorra por el sólo hecho de dejar de consumir directamente de la red de distribución y convertirnos en "proveedores" del sistema. Es decir, venderle lo que no consumimos a la distribuidora, que a su vez bonifica la diferencia en la factura mensual o bimestral.
Así las cosas, la evolución en Mendoza ha sido notable. Si se suma toda la potencia instalada llega a casi 7 megavatios. Esto es más que los dos parques solares activos que tiene la provincia (6,2 MW si se suman el PASIP de Palmira y el ubicado en Santa Rosa), un indicador que sólo se alterará cuando entre en funcionamiento un tercer complejo de otros 5 megas. Igualmente, esa capacidad se multiplicó por casi 1.000 en los últimos 5 años y por 2 sólo con la irrupción del COVID19, al motivar más inversiones en fuentes de energía renovable gracias a un capital que el ASPO (Aislamiento Obligatorio) dejó sin destino.
Boom pese a los precios
Claramente, para quienes apuestan a la Generación Distribuida el recurso más a mano es la energía solar. Y aunque parezca que el mercado maduró, quienes están sumergidos en él garantizan que con apenas un 5% de participación, aún queda mucho por hacer.
Hay una ínfima cuota que ocupa la biomasa, merced a iniciativas aisladas de algunas empresas que utilizan derivados vínicos e incluso residuos de la cosecha de aceitunas como combustible, pero es insuficiente para verla reflejada en las estadísticas. Y los aerogeneradores, por su elevado costo, sólo están destinados a parques eólicos sobre grandes superficies.
-¿Qué significó la pandemia para un negocio en franco desarrollo?
"Ante las restricciones, los dos o tres mil dólares que estaban destinados por ejemplo para un viaje a Brasil terminaron en una inversión para mejorar la eficiencia energética de la casa. Y además de las instalaciones para el agua caliente y la calefacción, sobrevino un boom de la mano de la climatización de piscinas", reseña Sebastián Pérez, cofundador de Energe, empresa pionera en Mendoza en el desarrollo de sistemas en base a energía solar.
Los expertos en diseñar los sistemas que permiten proveernos de calefacción y agua caliente destacan la rápida amortización de los equipos (entre 6 y 8 años), a partir de un dato: un calefón solar de 180 litros permite reducir el 80% de energía al año frente a una fuente convencional, sea gas o electricidad. Apalancada por la figura de la generación distribuida, el uso se subdivide en agua caliente (25%), energía fotovoltaica para el consumo doméstico general (más del 40%) y otro 25%, que sube durante el verano, destinado a climatización.
Al margen de las características propias del segmento, hay condicionantes. Tanto los paneles que se colocan en los techos para el aprovechamiento de la energía solar como los calefones utilizan insumos dolarizados cuya actualización impacta en los precios al público, pero al parecer la demanda absorbe el impacto de esas variaciones.
Esto se hace más visible frente a otro desafío de escala mundial que esperaba a la salida de la pandemia: el conflicto entre Rusia y Ucrania, que sacudió el precio de los commodities, entre ellos níquel y aluminio que son claves para la fabricación. Los equipos parten de una base de $150.000 con la chance de financiarlos a través del plan Ahora 30; así y todo, las ventas crecen a un ritmo inédito del 40% anual, según reconocen empresas proveedoras del sector.
Para Pérez, "la energía solar y fotovoltaica es la salida a la crisis energética mundial, frente a la perspectiva de encarecimiento del gas. La demanda crece permanentemente y resulta más conveniente incluso en un contexto donde la tarifa no es plana y siguen actualizándose, pero además se sentirán más fuerte luego del acuerdo con el FMI a raíz de la segmentación de subsidios".
En busca de financiamiento
Aunque con la reactivación pos COVID19 el sector avanza a buen ritmo, nadie niega que, como en otros aspectos de la economía argentina, la falta de crédito acorde para darle mayor impulso y facilitar más el acceso a una clase media golpeada.
Mientras los fabricantes esperan que se extienda el Plan Ahora 12 de los actuales 30 a al menos 48 cuotas "para que las familias tengan más opciones", una señal tomada con beneplácito es la línea de hasta $240 millones para eficiencia energética de pymes que recientemente el BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) lanzó en Mendoza.
Bajo el nombre de "Fondo Verde para el Clima", en principio los créditos prometen cubrir hasta el 80% del costo total de renovar la matriz de los procesos productivos, en un plazo de hasta 15 años y a una tasa "pagable" y adaptada a las condiciones y flujo de ingresos de la pequeña y mediana empresa.
Como ejemplo, luego de una reunión con empresarios locales, desde el BICE lo ejemplificaban con el caso del sector vitivinícola. Según los cálculos, sólo con la mitad del tope asignado a la operatoria "una bodega podría equiparse por completo", afirman desde el banco.
Lo que viene: Usuario-generador "colectivo"
A nivel del marco regulatorio de la Generación Distribuida, el EPRE ya tiene listo un nuevo capítulo para flexibilizar todavía más la adhesión de los usuarios. La novedad es que desde abril de 2022 queda habilitada la figura del usuario-generador "colectivo". Ni más ni menos que cuentas o usuarios que son contiguos o vecinos y que, por formar parte del mismo ecosistema (un consorcio de departamentos, por ejemplo) pueden solventar juntos una instalación. Y, sobre todo, usufructuar los beneficios de generar y vender excedentes en conjunto.
"Los consorcistas pueden ponerse de acuerdo en instalar paneles en la terraza del edificio y decidir el destino de los excedentes, dado que el usuario colectivo consume y se prorratea entre todos de acuerdo a la inversión o el mismo nivel de consumo. Al momento de bonificar la diferencia en la factura, el descuento corresponde al porcentaje de participación de cada usuario individual", explica Faura.
Una particularidad: también se puede compensar en relación a los distintos consumos, más allá de no coincidir en la ubicación o espacio físico. Lo concreto es que desde abril el registro ya está habilitado; y a partir de la solicitud formal se abre un período de análisis de factibilidad que no debe superar los 30 días antes de ser habilitado.