Césped en zonas áridas: cómo mantener el jardín verde en climas secos

Área Tres te deja consejos útiles para disfrutar de este espacio todo el año, sin gastar una fortuna en el intento

Los días de calor, el sol intenso y las lluvias dispersas de Mendoza y de cualquier lugar con clima seco desafía a quienes buscan mantener un jardín verde durante todo el año. Sin embargo, esa misión es posible con una planificación adecuada y escogiendo las especies adaptadas.

Siguiendo algunos pasos simples, disfrutar de un espacio fresco, sostenible y agradable es viable, incluso en zonas áridas. La clave es usar el agua estratégicamente y estudiar qué tipo de césped es mejor para cada terreno.

La Revista Área Tres te deja algunos consejos para que tu espacio al aire libre se vea radiante y sea un refugio y un cable a tierra de la rutina.

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Cuál es el tipo de césped adecuado

No todas las variedades de césped reaccionan igual al calor o a la exposición del sol. En Mendoza, las especies más resistentes son las que soportan temperaturas altas y requieren poco riego. Por ejemplo, la gramilla, bermuda, bahiana o kikuyo.

¿Por qué funcionan? Porque se adaptan a suelos duros o con baja retención de humedad. Además, con un mantenimiento básico conservan el color y densidad en una buena parte del año.

Otras de las alternativas, cada vez más elegidas, son las mezclas híbridas (natural y sintético) o el césped artificial. Aunque es necesaria una mayor inversión inicial, a largo plazo se reduce el consumo de agua y el proceso de mantenimiento se simplifica, sin dejar de lado la sensación de frescura visual.

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Cómo recuperar zonas desparejas o dañadas

En zonas áridas es común que el suelo se compacte, lo que dificulta que el agua penetre de forma correcta. Para revivir estos sectores amarillentos o secos es recomendable airear el terreno con un rodillo punzante u horquilla y agregar una capa fina de arena o compost orgánico.

De esta manera, mejora la oxigenación y estructura del piso. El resembrado debe realizarse en primavera o a comienzos del otoño, cuando la temperatura del suelo permite que las nuevas semillas germinen sin estrés hídrico.

Un tip útil: cuando cortes el césped, no elimines más de un tercio de la hoja, ya que cuando los cortes son demasiado bajos la planta se debilita y se vuelve más sensible al calor.

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Riego eficiente: con menos frecuencias hay mejores resultados

A veces menos es más y esa regla aplica al riego. En climas secos, el objetivo es profundizar el riego para permitir que el agua llegue a las raíces. Con dos o tres riegos profundos (de 10 a 15 minutos por sector) por semana se logra más efectividad que con varios superficiales. El mejor horario es temprano por la mañana o al atardecer, para evitar que el agua se evapore por las altas temperaturas.

Optar por los sistemas automatizados por goteo o aspersores programables es una inversión inteligente, que reduce el consumo y garantiza uniformidad. Reutilizar el agua de lluvia o de lavado se suman como potenciales elecciones más alineadas con un enfoque sustentable.

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El mantenimiento regular con regla

Un césped sano necesita poca intervención. La fertilización se puede hacer con abonos orgánicos o compost, que le dan nutrientes al suelo cuidando el ambiente. En verano, es recomendable dejar el pasto unos centímetros más alto para cuidar las raíces del calor.

Por otro lado, combinar el césped con especies autóctonas o de bajo requerimiento hídrico, como lavanda, gramíneas ornamentales o agapantos, colabora en la tarea de generar sombra parcial, disminuir la temperatura y sumar textura al jardín.

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Un jardín verde es posible, a pesar de la sequía

Con un manejo respetuoso del entorno, un riego planificado y la incorporación de especies adaptadas hacen que mantener el césped en zonas áridas sea posible. Repensar el jardín desde la armonía con el clima local y desde la eficiencia suma bienestar y frescura, sin poner en juego los recursos naturales. En definitiva, lograr un verde más consciente, duradero y sostenible es posible.


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