Edificar con sentido común

El estudio Dalvelo, Pagés y Peralta desarrolla un proyecto propio y “verde”.

Además de satisfacer a sus residentes, tiene muy en cuenta a vecinos y medioambiente.

Por Atahualpa Acosta

La construcción se levanta sobre la esquina Suroeste de la intersección de calles Martínez de Rozas y Luzuriaga. Detrás de los muros con propagandas que la rodean por estos días, aún no dice mucho a los transeúntes, pero sus diseñadores confían en que marcará tendencia por las especiales consideraciones que hace con su entorno.

La obra está a cargo del estudio de arquitectos Dalvelo, Pagés y Peralta. Se trata de una edificación en propiedad horizontal que más allá de buscar la comodidad de quienes residirán en ella, respeta al máximo posible el diseño del vecindario y cuida de que el medioambiente no se vea afectado con su aparición, sino que al contrario, busca integrarlo con una altura controlada y un aporte importante de espacio verde.

Augusto Dalvelo explica que para el estudio es fundamental que se cumplan estas premisas porque desde que el tándem lo conformaban él y su colega Mario Pagés, hace ya 22 años, desde sus principios tuvieron muy en cuenta priorizar el sentido común, la estética y el buen gusto sobre el simple hecho de ganar espacios y levantar paredes en el menor tiempo posible.

Desde el estudio situado en la calle Manuel A Sáez al 757, Mario Pagés explica que el edificio de las calles Luzuriaga y Martínez de Rozas consta básicamente de “tres niveles de departamentos de tres departamentos cada uno. Además, un subsuelo donde irán ubicadas las cocheras con bauleras, y una terraza que contará con parrilleros, una piscina tipo jacuzzi, sanitarios y tendederos. Todas amenities sencillas y prácticas”, agrega.
Osvaldo Peralta, el socio restante y quien se unió al estudio en 1998, hace hincapié en las “diferencias del proyecto con las construcciones de la zona en general”. Dice que “la intención se puede observar desde la misma base del edificio, ya que en vez de plantear las cocheras a ras de piso, y degradar la visión del vecindario”, los arquitectos prefirieron erogar “más capital y sacrificar un precioso tiempo de construcción al hacer un pozo y enterrar las cocheras”.

Por cierto, los cubículos destinados a las cocheras y bauleras son cinco más de lo que exige el código de edificación de la zona. Sus diseñadores distribuyeron generosamente el espacio aunque no se privaron de ofrecer más cocheras, ya que hoy por hoy una familia tipo posee más de una movilidad.

Un edificio así planteado “cuesta más dinero y lleva más tiempo y no es que no lo sepamos”, refuerza Augusto Dalvelo, “pero para nosotros es importante estar conformes con el proyecto, porque además se trata de nuestro primer emprendimiento a nivel financiero (ver recuadro sobre el fideicomiso), así que no queremos cocheras como bunkers ni un edificio como una caja de zapatos”.

Sobre un terreno de poco más de 500 metros cuadrados, los arquitectos concibieron un edificio con cocheras subterráneas, tres departamentos con tipología de esquina y el resto sobre Luzuriaga en réplica de espejo, en todos los casos con dos dormitorios y dos baños para compartir.

El desarrollo se repliega hacia el Sur, dejando hacia el Norte el jardín delantero y los balcones, para captar una mejor vista y luminosidad. En la cara Sur los residentes dispondrán de un amplio jardín trasero que más allá de constituir un espacio compartido de recreación, los separará del vecindario contiguo inmediato. Ahora, además del cuidado que el estudio Dalvelo, Pagés y Peralta le pusieron a su proyecto, que será confeccionado con materiales de primera calidad, el distintivo quizá más importante lo constituirá una especie de “camino verde” que arrancará desde los árboles en la línea de calle, el jardín delantero, trepará por los balcones y culminará sobre el mismo edificio, ya que también está planificada una gran pérgola para coronar esta franja vegetal.

Dalvelo explica que la obra comenzó hace “ocho meses” aproximadamente, y le resta “alrededor de un año” para su finalización. “Hasta ahora tenemos subsuelo, planta baja, primero y segundo piso de obra gruesa”, agrega el arquitecto. “Falta la última losa que en un mes más seguro estará lista. Además estamos haciendo mampostería, revoques y tirando cañerías”.

Los interesados en participar del proyecto y residir en esta nueva construcción dentro de la Quinta Sección están invitados a pasar por Martínez de Rozas y Luzuriaga y echar una ojeada a los progresos con sus propios ojos. “Los invitados, según explica Mario Pagés, son preferentemente parejas o familias de jóvenes profesionales”.