Ciudades de 15 minutos ¿Utopía o modelo posible en Mendoza y otras ciudades de América Latina?

Vivir en ciudades donde se pueda ir caminando al trabajo, en bici a la escuela y hacer las compras en el negocio de barrio es un paso hacia una mejor calidad de vida, más tiempo libre y menos contaminación.

La idea de "ciudad de 15 minutos" es posible y necesaria. Popularizada por Carlos Moreno, urbanista franco-colombiano, este concepto plantea que las personas lleguen en menos de ese tiempo a trabajar, estudiar, comprar, ir al centro de salud, a pasear o hacer deportes en el parque, ya sea en bicicleta o caminando.

Este modelo, incorporado por Medellín, Melbourne o París, que, de hecho, lo convirtió en una política pública, interpela a las ciudades de América Latina, en las que la desigualdad urbana es un desafío a superar, a impulsar la movilidad sostenible y a mejorar la calidad del día a día. Más velocidad y menos estrés.

¿Es posible este concepto para Mendoza? ¿Qué significa pensar en urbes desde la cercanía? La Revista Área Tres te cuenta los detalles de un tipo de ciudad que ya es realidad en muchos lugares del mundo.

Mendoza y un camino que ya empezó

En Mendoza, algunos departamentos ya se plantean y dan los primeros pasos para convertirse en ciudades de 15 minutos.

Específicamente, a través de servicios de salud, asistencia social y centros educativos cercanos, con ferias barriales que convocan a los vecinos y con actividades programadas en parques públicos entre otras cosas, establecen un núcleo urbano en el que se desarrollan múltiples y variadas actividades, sin tener que salir del radio inmediato.

Desde sus orígenes, la provincia del oeste argentino fue creciendo de forma fragmentada y se convirtió en uno de los grandes centros urbanos del país y, como ellos, las distancias se fueron alargando, así como los tiempos para llegar de un lado a otro y una dependencia de autos y motos cada vez mayor.

Por eso, y al compás del cambio en otros puntos del planeta, sectores del Gran Mendoza como el centro de Godoy Cruz, la Ciudad y distintas áreas de Guaymallén o Maipú presentan características afines con este modelo. Aunque todavía hay mucho por hacer para lograr que haya equidad y continuidad, el camino ya empezó.

Infraestructura invisible que construye futuro

Las ventajas de las ciudades de 15 minutos

¿Por qué son buenas las ciudades de 15 minutos? Este modelo tiene ventajas que se relacionan a la salud, a la seguridad, a una mayor cohesión social y a la reducción de la contaminación ambiental. De igual forma, incentivan a los vecinos a elegir la movilidad sostenible y promueven la economía social.

Estos son algunos de los beneficios:

  • Mejor calidad de vida: con menos tiempo dedicado al traslado de un lugar a otro, las personas disponen de más tiempo libre para dedicarle a su bienestar, a estar con la familia o a realizar actividades que les gusten.

  • Menos contaminación, más movilidad sostenible: el fomento de la movilidad sustentable, como caminar y andar en bici, disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que mejora la calidad del aire y reduce la congestión del tráfico.

  • Cohesión social y seguridad: la concentración de actividades y servicios invita a una mayor interacción entre las personas de la comunidad, permite fortalecer el tejido social y lugares más seguros.

  • Una economía local activa: gracias a la proximidad de los negocios y empresas, se genera más empleo y una actividad creciente que beneficia a quienes apuestan por la ciudad.

  • Uso eficiente de los espacios públicos: en estos contextos, peatones y ciclistas son priorizados, lo que genera espacios más amenos para la convivencia en los espacios públicos. 

Ciudades de 15 minutos, una apuesta integral

    • Además de un modelo de planificación territorial, de organización técnica, las ciudades de 15 minutos son también una apuesta integral.

Se trata del reconocimiento de que los espacios comunes, el territorio donde se desarrollan las actividades económicas, educativas y recreativas son el escenario de la vida cotidiana de la población y también la posibilidad de disminuir distancias físicas y desigualdades.

Por otro lado, este esquema se vincula con otras corrientes, como el urbanismo feminista, que tiene como eje la movilidad cotidiana y las tareas de cuidado. Así como con el urbanismo táctico, que posibilita convertir espacios a través de intervenciones puntuales de bajo costo, pero con gran impacto.

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Un ejemplo que grafica esto es pintar una senda peatonal, abrir un centro de salud en el barrio, dar clases de gimnasia gratuitas en la plaza o convocar a una jornada gastronómica en un espacio público para que los restaurantes o bares del lugar muestren y vendan sus productos.

Todo suma para que la ciudad, en vez de aislar, integre, para que no expulse, sino que sea un lugar que convoque e identifique a los miembros de la sociedad.

En ese sentido, convocar a todos los actores es fundamental en la búsqueda de la cohesión y pluralidad. Comercios, centros de jubilados, municipalidades, universidades y empresas locales pueden articular para dar vida a entornos que fomenten el bienestar, sustentabilidad y una próspera vida comunitaria.



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