Arquitectura hostil: características, origen y materiales
La arquitectura hostil (también conocida como diseño urbano defensivo, excluyente o desagradable) es una estrategia de diseño urbano que utiliza elementos del entorno construido para guiar, restringir o desalentar ciertos comportamientos en espacios públicos. Su objetivo principal es controlar el uso de los espacios urbanos y, a menudo, disuadir a grupos específicos de personas, como personas sin hogar, jóvenes, patinadores o personas que pasan mucho tiempo en un lugar.
En lugar de crear un ambiente acogedor e inclusivo, la arquitectura hostil busca hacer que ciertos espacios sean incómodos o inutilizables para ciertas actividades o personas.
Ejemplos comunes de arquitectura hostil
Bancos con divisores o reposabrazos intermedios: Diseñados para evitar que las personas se acuesten o duerman en ellos, haciendo que solo se puedan sentar por un breve período.
Picos o puntas en superficies planas: Se colocan en alféizares de ventanas, salientes, o entradas de edificios para evitar que la gente se siente o se acueste.
Superficies inclinadas o incómodas: Bancos o superficies con pendientes pronunciadas que dificultan el descanso prolongado.
Elementos anti-skateboarding: Barras, clavos o irregularidades en bordes y muros para impedir el uso de patinetas o bicicletas.
Rociadores automáticos o iluminación intensa: Sistemas que se activan periódicamente para mojar o iluminar áreas específicas, disuadiendo la permanencia.
Vallas y cercas: Utilizadas para restringir el acceso a ciertas zonas o evitar la ocupación no autorizada.
Mobiliario urbano escaso o incómodo: Falta de bancos, fuentes de agua o baños públicos, o diseños que priorizan la durabilidad sobre la comodidad.
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Críticas a esta tendencia
La arquitectura hostil es una estrategia controvertida en el diseño urbano que busca restringir el uso del espacio público por ciertos grupos de personas. Aunque puede parecer una solución a corto plazo para problemas como el sinhogarismo, no aborda las causas subyacentes y puede tener efectos negativos en la comunidad.
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Enfoque excluyente:
La arquitectura hostil ha sido criticada por su enfoque excluyente y por no abordar las causas subyacentes de los problemas sociales que intenta resolver.
Impacto negativo en la comunidad:
Se argumenta que la arquitectura hostil puede estigmatizar y excluir a grupos vulnerables, como las personas sin hogar.
Falta de soluciones a largo plazo:
En lugar de abordar las causas del sinhogarismo, la arquitectura hostil simplemente desplaza el problema a otros lugares.
Alternativas a la arquitectura hostil
Diseño inclusivo: Crear espacios públicos que sean accesibles y acogedores para todas las personas.
Soluciones residenciales: Aumentar el número de albergues y recursos para personas sin hogar.
Políticas públicas: Implementar políticas que aborden las causas del sinhogarismo y ofrezcan soluciones a largo plazo.
Breve historia de la arquitectura hostil y su evolución
La arquitectura agresiva u hostil tiene sus raíces en los primeros intentos de controlar y gestionar el espacio público en el siglo XX. A lo largo de la historia, el diseño urbano ha sido influenciado por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la ordenanza pública y el control social.
"Estas preocupaciones llevaron al desarrollo de estrategias de diseño que buscan limitar ciertos comportamientos y usos del espacio público", señalan los arquitectos Stephen Graham y Simon Marvin, docentes de la Universidad de Durham, en su Splintering urbanism: Networked infrastructures, technological mobilities and the urban condition (2001).
Durante las décadas de 1950 y 1960, surgieron ideas y teorías que defendían un enfoque más disciplinado del espacio público, promoviendo la segregación y el control social. En ese período, se llevaron a cabo proyectos de renovación urbana que restringieron la circulación de personas en el espacio público y promovieron una arquitectura hostil hacia ciertos grupos de población.
Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XX, también se desarrollaron perspectivas críticas a la arquitectura hostil y esta agresiva forma de diseño. Se cuestionó su impacto en la inclusión social, la calidad de vida de las personas y la vitalidad de los espacios urbanos. Esto llevó a un cambio de enfoque hacia un diseño urbano más inclusivo, participativo y centrado en las necesidades de las comunidades.