El art nouveau, fachada del épico esplendor argentino que aún genera pasiones
Efe Buenos Aires
En la pujante y bohemia Buenos Aires de 1900, entre arrabales tangueros e inmigrantes burgueses, florece en la urbe un movimiento artístico europeo, el "art nouveau", que, con una marca identitaria propia de Argentina, sobrevive hoy en infinidad de fachadas como registro del esplendor de otros tiempos pero también como objeto de culto entre multitud de apasionados.
La carismática confitería "El Molino", antigua sede de las más intrincadas reuniones parlamentarias por fuera de las paredes del Congreso nacional, la casa de "Los lirios", el Club Español y la casa Calise entre tantas otras, son las caras de un estilo que a principios del siglo XX se replicaba por una metrópoli que intentaba jugar en espejo con las capitales europeas. El estilo no solo abarcó la arquitectura, sino las artes en su conjunto, el mobiliario, la ropa, los utensilios diarios, y un largo abanico de objetos.Una nueva y creciente burguesía, conformada por inmigrantes que habían triunfado económicamente en el país en menos de una generación, fue la que encontró en esta expresión artística una manera de representar el éxito obtenido.