Arquitectura bizantina: características, origen y materiales
El imperio Bizantino dejó su legado en una arquitectura que se puede distinguir fácilmente. A través de grandes cúpulas y decorativos mosaicos, junto al crecimiento y expansión del cristianismo, este estilo se replicó en icónicos edificios, particularmente en iglesias de Eurasia.
De hecho, algunos elementos y características fueron los antecesores de la arquitectura gótica, de la que ya hemos hablado en la Revista Área Tres en una especie de recorrido por diferentes corrientes, y la renacentista.
Con una personalidad única y marcada, que combina estéticas, formas y estructuras, la arquitectura bizantina es una de las más antiguas, innovadoras y magnificentes que se pueden ver.
En esta nota te contamos algunos detalles, particularidades, características, origen y materiales que se reflejan en basílicas, monasterios, catedrales e iglesias que son testimonio de un período y cultura más que recordados.
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La arquitectura bizantina y sus características
Un fuerte sello eclesiástico es la principal característica de la arquitectura bizantina, que tiene en los edificios religiosos sus mayores exponentes.
Como dijimos previamente, las iglesias, catedrales, basílicas y monasterios son prueba viva de estas construcciones, que resaltan por el cruce de dos naves de igual longitud en el centro y la planta de cruz griega.
Esta última figura fue la más usada en las construcciones bizantinas y es un símbolo del Universo y sus cuatro puntos cardinales: Este, Oeste, Norte y Sur.
Mientras que la cubierta tenía su remate mediante murales decorativos, también una representación de la cosmovisión divina de esa etapa histórica.
Después, con la fuerte influencia de la arquitectura romana, la cúpula y el arco de medio punto se transformaron en elementos estructurales cada vez más frecuentes, pero adaptados para tener más altura y ser más resistentes a las cargas.
Un dato no menor es que los "nervios" de las cúpulas dieron lugar a capacidades arquitectónicas más amplias. Además, los espacios con techos abovedados, dieron una nueva perspectiva a los interiores.
¿Cómo convirtieron los interiores esos techos abovedados? Los atrios, en vez de ser planos horizontales, tenían una apertura hacia el cielo, lo que permitía mejor iluminación.
Finalmente, las columnas o pilastras y sus capiteles se inspiraron en la naturaleza de una forma más libre que la griega.
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Qué materiales usaba la arquitectura bizantina
En cuanto a los materiales, la arquitectura bizantina se posiciona entre la gótica y la romana, ambas de piedra. Sin embargo, a diferencia de ellas, optó por el uso del ladrillo, tanto para la parte estructural como para sus objetivos estéticos.
Así, las cúpulas fueron levantadas con ladrillos ubicados en canto y la utilización de una colorimetría grisácea y arenosa apuntaron a dar tonalidades cálidas a las fachadas de la arquitectura bizantina.
Al contrario, en los interiores de los edificios bizantinos, los colores fueron protagonistas, especialmente en los mosaicos, que sustituyeron a las esculturas de la arquitectura griega y romana. Allí, los dorados, verdes, rojos y azules se usaban por doquier y son una de las marcas registradas de esta corriente.
Los arcos, funcionalidad y distinción arquitectónica
Un repaso por la historia
El territorio actualmente conocido como Estambul es el escenario del nacimiento de la arquitectura bizantina, que se extendió desde el siglo IV hasta el XV.
La caída del Imperio romano de Occidente y el posterior levantamiento del Imperio Romano de Oriente dieron lugar a las primeras apariciones y, luego, a la consolidación de este estilo. Más tarde, la caída de Constantinopla, en 1453, representó la caída de esta corriente.
La explicación de la arquitectura bizantina está marcada por el cristianismo, que la promulgación del Edicto de Milán en el 313 y la consecuente libertad religiosa para todo el Imperio romano, puso fin a las persecuciones a los creyentes cristianos.
De esta manera, con el respaldo del cristianismo, el estilo bizantino se convirtió en un estandarte y referencia del Imperio romano de Oriente.
Por último, gracias a su posición geográfica y el crecimiento exponencial de la religión cristiana, la arquitectura bizantina tomó elementos y características de edificios europeos y del Oriente Medio.
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Los tres periodos de la arquitectura bizantina
A modo de conclusión, en su extensa historia (unos once siglos), la arquitectura bizantina fue dividida en tres etapas o períodos que permiten acercarnos a su comprensión y estudio con mayor precisión.
Se trata de la Edad de Oro, la Segunda Edad de Oro y la Tercera Edad de Oro. Cada uno con edificios representativos.
Por ejemplo, en la primera, la Iglesia de Santa Sofía (en Estambul) es uno de los mayores exponentes. Durante la Segunda Edad de Oro, la Catedral de Atenas, y en la Tercera, la Basílica de San Marco, en Venecia.