Negocios de familia

De herencia vitivinícola, los hermanos Pablo, Federico y Juan Manuel Giménez Riili se reinventan y expanden en el Real Estate.



Por Cristian Avanzini


El apellido Giménez Riili ha estado ligado a la vitivinicultura y el agro mendocinos desde finales del siglo XX. Con la crisis de 2001 y la quiebra de una parte de la empresa, el vino quedó un tanto relegado, pero no el espíritu empresario que siempre los caracterizó como familia.

En medio de la tormenta, los hijos de Eduardo Giménez Riili vieron en la tierra una oportunidad, aunque esta vez inmobiliaria, y hacia allí fueron. Al fin y al cabo, los Giménez Riili son gente de negocios, como comenta Juan Manuel Giménez Riili, a cargo de los desarrollos y Real Estate de la empresa.

“Empezamos de la nada, con un fraccionamiento muy chiquito”, explica el empresario quien, a sus 30 años, ya maneja con soltura los códigos del mercado de barrios privados y mantiene el ojo afilado para nuevas oportunidades.

El principio de la historia no tiene mayor particularidad y se funde con la de los miles de argentinos de principios de siglo. “Mi papá era productor agropecaurio; tenía viñedos, ajo, zanahoria... pero en la crisis de 2001 terminó quebrado”, comenta Juan Manuel.

Lo interesante viene luego, en cómo en tan sólo una década el negocio familiar derivó en las 500 hectáreas del megaproyecto The Vines of Mendoza en Valle de Uco y su ambicioso plan de barrios privados para la zona de kilómetro 11, entre otras aventuras.

Fundar un “Pueblo Nuevo”

Los Giménez Riili, explica Juan Manuel, son nacidos y criados en la zona de Kilómetro 11, en Guaymallén. El joven empresario reconoce que el lugar no tiene buena prensa pero apuesta a revertirlo en el corto y mediano plazo echando mano a diversas estrategias. Como en todo negocio, hay que partir de una visión. En el caso de su familia, vieron la potencialidad de la zona y apostaron a desarrollar allí uno de sus primeros emprendimientos: Senderos de Campo, al que le siguió Hacienda de la Cruz. Pero estos fueron tan sólo maquetas a medida del gran proyecto en gestación: Las Cortaderas.

Con sus primeros barrios habitados, el empresario se enfocó en el marketing de la zona. “El nombre Pueblo Nuevo aparece en todos los GPS en lo comúnmente se conoce como Kilómetro 11, por lo que pensamos potenciar el nombre para generar una nueva zona. Queremos que se llame Pueblo Nuevo y el ingreso sea por calle Arturo González y así separarnos un poco de todo lo que tenga mala imagen”, explica Juan Manuel como parte de su plan.

Junto con esta campaña de imagen - que incluyó asfaltar parte de la calle, pintar la fachada de algunas casas antiguas de la zona, colocar simpáticos cestos de basura en la vía pública, entre otras acciones – comenzó el desarrollo de Las Cortaderas I, sobre la propia calle Arturo González.

El proyecto es la primera apuesta fuerte de Giménez Riili en la zona, ya que incluye más de 200 lotes y un paseo comercial. “Empezamos con el barrio hace 20 meses y ya hemos vendido 180 lotes. Es un plazo muy corto, teniendo en cuenta que (el barrio) está en una zona no convencional. He estudiado datos de otros complejos y no han ido tan rápido”, comenta Juan Manuel, y no hace falta la pregunta del periodista para que él solo se cuestione y responda: “¿Cuál ha sido la clave del éxito? Yo creo que la buena comunicación, además de los espacios verdes y el paseo comercial. En cualquier barrio común, por lo general sólo te ofrecen seguridad y nosotros estamos dando importantes plus”.

Ahora, con el 90% de la primera parte vendida, el joven empresario se entusiasma al deslizar que ya es casi un hecho que seguirán con Las Cortaderas II en un terreno lindante. Allí planean generar 360 lotes en 30 hectáreas, con lo que entre ambos barrios sumarán más de 560 terrenos.

“Leí en una revista que el Dalvian, que es gigante, tiene 1.500 lotes. Nosotros en total vamos a tener un tercio de eso y creo que es algo impresionante, teniendo en cuenta el poco tiempo en el que vamos a desarrollarlo”, dice entusiasmado.

Pero aún hay más. Frente a los barrios, la empresa ha comenzado el desarrollo de Las Cortaderas Loft, un innovador loteo privado destinado exclusivamente a departamentos, que tendrá también su paseo de compras.  “El objetivo final siempre es ir generando diferentes productos inmobiliarios”, comenta Juan Manuel.

Aunque aún restan detalles por definir, Cortaderas Loft estará compuesto por 80 departamentos tipo dúplex en lotes de unos 600 m2. Como la empresa prefiere mantenerse de momento al margen del negocio de la construcción, la idea inicial es entregar planos piloto a quienes compren los terrenos para que las unidades que se edifiquen mantengan una línea armónica, al menos en sus fachadas.

Además, el empresario comenta que recientemente cerró un acuerdo con la empresa cordobesa organizadora del torneo de fútbol amateur Quilmes (el más importante de la categoría en el país) para construir 11 canchas de fútbol frente a Cortaderas I.

Y para completar el combo, se creó el equipo de vóley “Porres”, con el DT de Regatas como entrenador, y se cedió un terreno para la construcción de una sede del Rotary Club, lo que completa un combo inmobiliario-social.

“Trato de satisfacer a la gente de Guaymallén con algo muy bueno. Dalvian y Palmares me parecen espectaculares, pero están en otras zonas con otros valores. Lo importante para mí, aunque gane menos, es no resignar la calidad”, asegura Juan Manuel, quien ya planea exportar el modelo de Las Cortaderas al departamento de San Martín, aunque hasta el momento sólo hay negociaciones previas con propietarios de potenciales emplazamientos.

Mientras tanto, la familia avanza en otro de sus proyectos de peso: The Vines of Mendoza

Un proyecto sin techo

Mientras Juan Manuel mantiene el foco en “Pueblo Nuevo”, su hermano Pablo avanza con el ambicioso mega emprendimiento The Vines of Mendoza, en Tunuyán.

El plan, que comenzó como un modesto proyecto de enoturismo, cuenta ya con una superficie de 500 hectáreas de viñedos que han sido adquiridas por 120 inversores nacionales e internacionales.

A esto se suma una novedosa “villa de bodegas boutique”, que incluye a referentes de destacados establecimientos como Matías Michelini, Mauricio Lorca, Santiago Achaval, Marcelo Peleritti y dos enólogos estaodunidenses, además de la bodega de la familia Giménez Riili. “Sólo faltaría Alejandro Vigil, de Catena Zapata”, se ilusiona Juan Manuel.

Respecto de la bodega, y retomando el hilo inicial, el empresario confiesa que en realidad el del vino es hoy un mercado sensible. “El vino es muy difícil, muy complicado. En realidad ganás más con los proyectos inmobiliarios que con la bodega, pero la bodega es un apoyo importante. Por ejemplo, sin la bodega Giménez Riili no existiría The Vines”, grafica.

Aquí es donde entra en escena otro de sus hermanos, Federico, quien maneja todo lo relacionado con el establecimiento vitivinícola, que en los últimos años ha crecido con fuerza en los mercados internacionales, sobre todo en Estados Unidos, Europa y Hong Kong.

Ahora todos los esfuerzos económicos están puestos en el exclusivo hotel que se construye en el predio de The Vines. Diseñado por el estudio Bórmida & Yanzón, contará con 20 habitaciones de lujo. Además, la última novedad es la incorporación de un restaurante operado por el reconocido chef internacional Francis Mallmann bajo el nombre Siete Fuegos.

Juan Manuel cuenta los detalles mientras muestra fotos de Mallmann cocinando a leña en una azotea en pleno Soho de Nueva York junto a Pablo Giménez Riili, encargado de atraer a los inversores para avanzar en The Vines.

Ésta es, justamente, la única “pata floja” del modelo económico del kirchnerismo, según Juan Manuel. “Esto (el desarrollo de barrios privados) se sigue moviendo a buen ritmo. Los lotes se venden muy bien y se siguen construyendo  muchísimas casas. Pero el gran problema que tenemos es que los extranjeros se resisten a traer su plata a Argentina. Eso no es un problema para nosotros pero sí, y grande, para The Vines”, reconoce el joven empresario.