Reciclan una bodega para el colegio San Francisco Javier

Con sus 200 alumnos, la institución educativa instaló  el nivel secundario en donde estaba situada la ex bodega Tupungato. El proyecto está a cargo de Juárez D´Ambola.


Por Matías Carretero


El estudio de arquitectos Juárez D´Ambola viene trabajando en el novedoso proyecto del colegio San Francisco Javier. La institución educativa instaló el nivel secundario en donde estaba situada la ex bodega Tupungato, en el departamento de Maipú.


La Fundación Saber tuvo la oportunidad de adquirir hace siete años una fracción de aproximadamente 4.000 m2 del terreno de la ex bodega. En esas inmediaciones está emplazado el Pueblo de El Torreón, un complejo de cinco barrios en distintos estados de avance y de una enorme demanda residencial y educativa.


El emplazamiento dispone de un entorno seguro y en crecimiento poblacional; y en vecindad con el Lago Maipú, disponible para deportes náuticos a partir de un convenio con el vecino Club Regatas.


Las instalaciones edilicias para el Colegio Nuestra Señora de la Merced se acondicionaron a partir de la remodelación de un sector de nueve vasijas vinarias de la ex Bodega.  Así el edificio escolar se puso en funcionamiento para el Nivel Inicial y Primario.


A inicios de este año la Fundación compró más terreno en el entorno inmediato para concretar una ampliación de la superficie inicial, triplicando así la cantidad de metros cuadrados inicialmente disponibles y logrando que el terreno total para el uso exclusivo escolar sea uno de los más amplios y mejor ubicados de Mendoza. Se inició así la ampliación del edificio escolar para el colegio secundario San Francisco Javier en las otras vasijas vecinas existentes.


 


El proyecto y lo conceptual

El acceso al conjunto edilicio se estableció por el lateral Oeste y desde el sector Sur se lo vinculó con la Plaza Central del Pueblo de El Torreón. De este modo se logró para el colegio la autonomía funcional necesaria sin perder las lógicas circulaciones peatonales y vehiculares con el pueblo y con su lago. Los servicios educativos se imparten para los residentes del Barrio y para una comunidad que apoya este proyecto desde otros puntos del Gran Mendoza.


Según el arquitecto Rubén Juárez D´Ambola, en términos arquitectónicos, “refuncionalizar es resucitar (dar vida de nuevo). En este caso, si el objeto transformado permite que esa vida nueva se multiplique y recree constantemente (nada menos que educando en valores) el fin está logrado sobradamente: doscientos alumnos pueden recibir clase en cada una de las 13 vasijas usadas hace más de 50 años para guarda de vino a granel. Entre cada una de las gigantes vasijas, se están forestando prados, canteros y plantas trepadoras que permitirán en poco tiempo que el edificio quede comprendido en un bosque que beneficiará de modo muy importante, logrando el grado de confort esperado y los aspectos bioclimáticos en general”, dijo el profesional a Área Tres.


Rescate patrimonial

De acuerdo a lo aportado por el arquitecto, con un altísimo costo de pérdida patrimonial las vasijas estaban a punto de ser demolidas. La refuncionalización de estos espacios abandonados permitió poner en disponibilidad y dar vida a un patrimonio arquitectónico muy especial pero olvidado.


“Los trece recipientes vinarios rescatados son cilíndricos de 6 metros de altura, de 16 metros de diámetro y de una base circular de 200 m2 de superficie. Se habilitaron en cada una de ellas seis aulas reglamentarias de 50 m2 en dos niveles conectados con escaleras, más dos depósitos triangulares que funcionan también como ejes centrales de circulación interior. La forma de cada planta áulica se desarrolla en un trapecio con el late ral mayor de forma curva y en contracara de la pizarra. Esta forma permite una excelente disposición abanicada de los bancos en cuanto al equilibrio y distancias visuales desde el educando con respecto al educador”, nos dijo la fuente consultada.


Desde el punto de vista estructural y sísmico, las características que reúnen estos módulos donde se han proyectado e instalado todas las actividades educativas son de excelentes y sobradas condiciones de seguridad. Todas estas construcciones fueron testeadas por los organismos competentes en la materia y poseen su correspondiente cálculo estructural y verificación sísmica. Toda la documentación fue seguida y aprobada con mucha celeridad por parte del municipio. Una vez terminada la obra, la Dirección General de Escuelas también inspeccionó las nuevas instalaciones dando por aprobado el original y novedoso edificio.


“El desafío fue más que importante ya que, con un cronograma de apenas 50 días, la obra comenzó a principios de enero y finalizó para cumplir normalmente con el inicio del ciclo lectivo 2018. A partir de las características especiales de este aprovechamiento y refuncionalización de una construcción preexistente, se logró que la inversión no superara la tercera parte del costo vigente para el metro cuadrado cubierto en el mercado. Son en total 5.000 m2 de superficie cubierta disponible para los dos colegios de la Fundación Saber”, señaló Juárez D’Ambola.


El estudio de alternativas de refuncionalización y aprovechamiento de las antiguas estructuras de las vasijas vinarias para el colegio San Francisco Javier estuvo a cargo del estudio de arquitectura Juárez D´Ambola. El grupo de trabajo, que tiene como director de proyectos al arquitecto Darío Tomaselli, cuenta con experiencia en temas de arquitectura escolar concretadas en Mendoza, otras provincias y en el exterior. Además el titular del Estudio, el arquitecto Rubén Juárez D´Ambola, tuvo a cargo durante más de siete años la Dirección de Edificios Escolares de Mendoza.


Las tareas de paisajismo y riego estuvieron a cargo de los ingenieros agrónomos Sonia Fioretti de Del Póppolo y Pablo Trabazzo.